Las temblorosas nubes oscuras viroteaban, llenas de los vientos huracanados del norte. Axel se mantenía en guardia, la espada a la altura de la cabeza, perpendicular al suelo. De entre los árboles marchitos se aparecieron dos fétidos orcos. Armaduras negras, oxidadas por la sangre de sus oponentes regían un extraño sonido ante el susurro del viento. Reían a mórbidas carcajadas, los ojos inyectados de sangre contemplando a su presa. Axel se mantuvo firme. Los orcos dirigieron sus armas hacía el elfo oscuro y empezaron a cargar. El orco de delante lanzó un espadazo vertical a Axel, que saltó de costado hacía la izquierda. El otro orco lanzó un hachazo perpendicular al elfo, y el otro orco también. Axel, situado entre los dos, se agachó, y ambos recibieron el golpe de su aliado. Los dos cuerpos inertes cayeron al suelo. Axel se levantó y siguió adelante. Delante de él se alzaban altos árboles marchitos, poblados por plagas de cuervos negros. Axel regiraba su mirada por las devastadas tierras, con la espada enfundada, pero preparado para atacar al reconocer la mínima anomalía en el entorno. Cuanto más se adentraba en el bosque, más se oscurecía. El paisaje se teñía de una lánguida penumbra bajo cada paso. La oscuridad pasó a ser total. Ese no fue un problema para Axel, pues poseía la habilidad racial que tienen todos los elfos, la infravisión. Rosales gigantes poblaban esa parte del bosque. La luz volvía poco a poco. Entre los rosales gigantes empezabanm a verse una cañada. Axel se estaba extrañando de que no hubiera ninguna trampa ni enemigo, y renforzó su vigilancia. Caminaba lentamente, de repente, un atisbo en la hierba, apareció una gran planta carnívora que mordió a Axel por la cintura, reteniéndolo en su mandíbula. No podía desenfundar su espada, pues sus manos estaban retenidas por las fauces de la criatura, tendidas y apretadas junto a su cuerpo. Axel podía tocar la empuñadura de sus dagas en su cinturón. Se concentró, y agarrando su cuchillos, que alzó hacía la garganta de la criatura, giró sobre sí mismo, lanzándolos. Los cuchillos atravesaron a la criatura y la dejaron tendida en el suelo. Atrayó sus cuchillos hacía su cinturón con su magia. Desenfundó su espada mientras observaba como innumerables de esas plantas se alzaban a su alrededor.