Todo empezó allí. En la torre del Trueno, la prisión de la Alianza. Al bajar del barco, empezamos a notar que el tufo de aquel sitio abandonado se hacía más fuerte. Nos acercabamos a las puertas. Había dos guardias humanos dormidos y pudimos pasar sin ser vistos.
Una vez dentro, ví a Van Cleef, a muchos orcos viles que seguramente Jan los habria mandado allí, y algunos Defías. Pero ni rastro de nuestros conocidos, en mi caso mis padres. Subimos a la segunda planta y empezamos a buscar. Distinguí algunos Gnolls, en especial Hogger, pero ningun humano. Ya desesperados subimos a la tercera planta, donde todas las celdas estaban vacías. Joder.... mira que vigilar tan mal todos nuestros enemigos.. maldito Rey! Que mal rey es! Maldije en voz baja y seguí buscando.
Al subir a la quarta y ultima planta, advertí que la elfa de noche que nos acompañaba tenia un extraño miedo en la cara. Con un susurro le pregunté:
-¿Que pasa?
-Quien entra en esta torre, jamás podra salir. Mira esta inscripción.
-Mier-da! Mierda, mierda, mierda!
Esto era mas de lo que estaba dispuesto a sacrificar. Abandonando toda esperanza, me tiré, seguido de mos compañeros, por la ventana.
Era una gran distancia, pero el agua nos salvó. A partir de aquel día, que odio todas las maldiciones, advertencias, o adivinanzas grabadas con magia en la piedra.
Cando salí a la superfície, respiré, pero vi que mis compañeros no estaban. Ninguno. Bueno, pensé. ahora debe tocarme a mí.
To be Continued
(continuará)